lunes, 13 de agosto de 2012

Nunca obediente, mamá

Lo siento mamá, abuela. Sé que intentaron hacer lo mejor para mí pero estaban ambas equivocadas. Amar no se trata de dar. Se trata de dar y recibir. Y nunca me enseñásteis a recibir.

Tuvieron que pasar 40 años para que me diera cuenta. 40 años y una terrible experiencia. Mamá, los hombres no son niños grandes ni hay que "saber llevarlos". Cuando tu vida se centra en complacer a tu compañero para que te siga amando... estás en un problema. Te pedirá más y más cosas, cada vez más imposibles y se habrá acostumbrado a que siempre dices "Sí". Abuela, "estos hombres son todos así" no es una premisa válida... porque resulta que no todos son iguales, ni parecidos.

Mamá, me enseñaste que ser una niña buena y obediente era lo que estaba bien. Odiabas que yo fuera desobediente como un rizo fuera del sombrero. Te costó pero lo aprendí, y me rompiste la vida má. 

Enseñar a un niño a ser obediente es lo mismo que amaestrar un perro para que baile sobre sus patas traseras. Las personas son únicas, irrepetibles y valiosas. Enseñar a obedecer es doblegar un espíritu.

Te enfadaste mucho conmigo por ser una niña callada y antipática, metida hasta los ojos en los libros. Nunca me interesaron las muñecas, pero sí las construcciones y los autos. Lloré en el camino todas las veces que me arrastraste hasta la clase de ballet clásico para que aprendiera "un poco de gracia", pero yo quería galopar a caballo y para ello era capaz de esperar horas de pie en una esquina de la arena, mendigando una vuelta en alguno de los caballos de la escuela de equitación. Cosa que te parecía espantosa.

Mamá, yo no era rebelde para enojarte. Era simplemente una adolescente. Y después me fui.
Pero ya era tarde. Sin querer obedecí cada uno de tus mandatos y entendí que amar era dar. Que la presencia de uno es estorbo. Que decir "No" está mal.

Te vas a reír, pero aprendí a cocinar para complacer. Yo que no sabía ni cocer un huevo y me hubiera alimentado de algas secas. Aprendí a coser mamá, aunque cada puntada me parecía una bofetada a mi carrera universitaria. Aprendí a callarme, mamá, aunque universos cuajados de palabras se me deslizaban por los dedos en papeles escondidos.

Mamá, casi me creí que escribir era una tontería... y es la sangre que me corre por el cuerpo.
Mira má, yo soy una mujer a la que la obediencia le da alergia, no tolero a los totalitarios, los prejuicios y los inentendibles códigos de ética por los que se rige cada cual. No creo en ningún dios. No creo en el matrimonio per se. No creo que los hombres son machos caprichosos y un tanto obtusos, y me encanta el sexo. El sexo no es malo mamá, es una de las mejores cosas con las que la biología nos recompensa.
Se trata de libertad. Que no es libertinaje. Pero tú no lo entiendes porque nunca entendiste que la mujer es tan libre como el hombre. No sabes qué es ser libre. Libre de mandatos, de pasado y de costumbres. La vida es aquí y ahora.

Tengo dos hijos que no saben lo que es obedecer. Conocen compartir, dialogar y respetar. Jamás les dije que me tienen que obedecer porque son personas pequeñas. Los acompaño un trecho del camino hasta que caminen más rápido que yo.

Si tuviera ua hija le daría armas para disfrutar su libertad, alas para surfear la vida, abrazos para repartir y millones de besos, porque no se gastan. Le diría que nunca obedezca a nadie y que su opinión vale como la de cualquier otro. Le enseñaría a decir "No" y a entender que recibir es tan natural como dar.

Yo ya lo aprendí. Y solo espero que mi caso no sea el único. Que miles de mujeres hayan entendido también y estén pasando a la siguiente generación lo aprendido.

domingo, 12 de agosto de 2012

LA MAGIA ONLINE


 

Hace un par de días leí una noticia: para los niños la diferencia entre el mundo online y el offline no es real. Esto es asombroso para muchas personas de mi generación (nací en 1969), escucho y leo todo el tiempo que las cosas virtuales no son reales. Nada más equivocado según mi opinión.

Los niños están creciendo con un mundo virtual que complementa al real. Es parte de su universo de cosas, de premisas. Pero no son tontos, saben que un beso es un beso y no un emoticón. Ahora bien, estos adultos que no "compran" el mundo virtual, tienen Facebook, Twitter y buscan amor online.

Entonces... ¿no será el cuento de que lo pasado es mejor? Es muy difícil que las personas acepten los cambios, es casi una afrenta personal cambiar los valores o hacerlos ver que estos han cambiado y los códigos de hace 20 años no existen más.

Yo tengo 43, soy escritora online, blogger, editora y RRPP. Mi trabajo está en Internet. Pero no solo mi trabajo está aquí. Mi vida privada también tiene mucho de mundo online.Y tengo algo que contarte que quizá te haga reconsiderar el fino, finísimo límite entre el mundo virtual y el real.

Cuando nadie tenía una computadora personal, ni celular, yo escribía cartas y las enviaba. Aguardaba la respuesta, a veces intercontinental, que tardaba una semana o más en llegar. Hablaba por teléfono con mis amigos y charlábamos horas y horas tirados en los pasillos de la Universidad de Deusto, donde hice mi carrera. Hablar, escribir, comunicarse. De la manera que sea, como sea.

He creado lazos importantísimos a traves de la comunicación, y cuando llegó Internet, me entusiasmó. Podía hacer lo mismo, más rápido y en plural.

Mi exmarido se enamoró de mí a través de 63 cartas que le envié durante un año y cuatro meses. Esa relación ya no está, pero la magia de la comunicación fue lo suficientemente maravillosa como para crear un amor y una pareja de la que nacieron dos niños.

A mi compañero actual lo conocí de la misma manera. Él escribió algo que me gustó mucho. Entonces comenté su nota y él me respondió. Pasó mucho tiempo hasta que comenzamos a caminar juntos, pero la semilla de esta relación nació por Internet.

TODOS mis compañeros de trabajo viven a más de 5.000 kms de aquí. Mis compañeras increíbles de Fabulous Bloggers, Mamiverse, Voxxi, About.com... todas están en diferentes husos horarios, con hemisferios distintos y sin embargo, hoy por hoy, son mis "hermanas". No es solo el trabajo lo que nos une sino el compartir diario, el volcar nuestros problemas y alegrías y encontrar apoyo y contención. Hemos llorado juntas y somos muy reales. Algunas se pueden desplazar para visitar a otras, tenemos "sobrinos" que han nacido desde que estamos juntas, conocemos nuestras historias y las escribimos. No son menos amigos míos que aquellos con los que pululaba por los pasillos de la Uni.

Y también está la magia. Tengo algunos amigos muy queridos con los que comparto un saludo diario, un punto de vista, un pensamiento, una sensación. Cuando nos comunicamos online, como ahora, nada distrae nuestra atención del otro. Cada comunicación es un paréntesis íntimo entre dos personas y la intensidad de la empatía puede ser enorme. No hablo de un aspecto romántico, de un ligue o un levante. Hablo de formar parte de la constelación emocional de otro sin haberlo visto nunca.

Tengo amigos desde hace años a los que nunca vi. Pero conozco rincones de su alma que quizá los que los ven, no conocen.

Tú sabes, si eres uno de ellos, que el mundo se detiene un instante cuando hablamos. Sabes bien que la comunicación es profunda, rica, con muchos matices. Casi un baile.

Me gusta mucho, por ejemplo, ver fotos que mis amigos han tomado. "Tengo una imagen en la punta de la lente" dije una vez, y mi amigo entendió. Las palabra escritas son eternas. No es cuestión de si tipeo en la computadora o escribo una carta como un amanuense, se trata de DECIR y ESCUCHAR.
Entonces no sigas creyendo que el mundo online y el offline son distintos, simplemente se complementan si realmente sigues siendo tú en tus actos en ambos universos. Son los niños los que ya lo han comprendido así naturalmente.

Pero claro, como en todo, esta mi opinión.
Te espero.